enero 01, 2009


La tarde estaba sentada

con su sombrilla de seda

en la arena de la playa.

El sol le hablaba de amores.

La tarde no contestaba.

Una barquilla le dijo:

-Contigo, ¡qué dulce el agua!


Y todo el mar fue de azúcar.


[1928] LÍQUENES


Pedro García Cabrera